Un obstáculo en
la construcción de una sociedad pacífica es la concepción de que el hombre está
genéticamente determinado para dar respuestas violentas en situaciones de
conflicto.
En 1986,
diecisiete científicos de primer nivel se reunieron en Sevilla para discutir
sobre ese tema. Como fruto de esta reunión, produjeron un documento, el
Manifiesto de Sevilla, que refuta la idea de que el ser humano tiende por
naturaleza a la violencia. La violencia es evitable y debe ser combatida en
todo aspecto económico, social y cultural. El manifiesto declara que, desde el
punto de vista de la ciencia, es incorrecto lo siguiente:
Afirmar que el
ser humano haya heredado de sus ancestros la propensión de hacer la guerra.
Pretender que
hemos heredado genéticamente la propensión de hacer la guerra, puesto que la
personalidad está determinada también por el entorno social y ecológico.
Afirmar que la
fisiología neurológica nos obliga a reaccionar violentamente, puesto que
nuestros comportamientos están modelados por los tipos de socialización.
Enfoques, pag.
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